lunes, 25 de julio de 2011

Matilde Alonso Salvador / Fernando Lluch Gutiérrez




CUANDO EL FUEGO ENCIENDE EL AGUA


 
Cuando se enciende el agua
las manos de Matilde trabajan con fuego:
 rojo que incita, que delimita, que exalta…
Cuerpos que fascinan y
que se muestran
ante un fondo de deseo.

Cuando pintas con el color del deseo
las mujeres atraen y te queman,
 y la piel es como fuego que besa
esos cuerpos de seda.

Cuando el crepúsculo se mezcla con el agua:
agua de vida,
aire que explota,
las mujeres de rojo se muestran,
a veces a trozos, a veces enteras,
sinuosamente volcadas en lo suyo,
en representar un misterio.

Cuando los rojos iluminan a esas mujeres
engalanadas de expresiones y desdenes,
se ofrecen, y tu sabes de su desgana,
 rebelándose contra un poder oscuro,
mezquino y cruel
que les impide crear,
engendrar ciudades o
convertirse en pétalos de rosas.

Mujeres vestidas de rojo,
marcadas de piel,
que ofrecen su sensibilidad
a las miradas que las puedan,
desde la sinceridad,
reconocer.

Rojo al desnudo,
desnuda entre rojos,
rojo pretexto para despertar la mirada.
Rojo en movimiento,
rojo que satura y que engaña.

Cuando el sol prende fuego al agua,
explota vida en cada trazo
y se reinventa el alma de cada mujer
que reivindica ser descubierta
tras el fuego de su belleza.

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